Este escrito tristemente nació por la noticia
de hace algunas semanas acerca de la muerte de dos argentinas viajeras, que
comenzaron su recorrido con un grupo de amigas en Perú y luego dos continuaron hacia
Ecuador. Todo esto resulto aún más aturdidor cuando me di cuenta que yo había
estado en el mismo lugar un mes antes
que ellas, destino al que iba a ir inicialmente sola pero por buenas coincidencias
de la vida terminé allí con una amiga y un amigo. Es impactante conocer las
opiniones que este espantoso homicidio genera en las redes sociales. La mayoría
hablan de: “dos mujeres viajando solas jodido!”, (entonces ¿estar sin un hombre
implica estar solo?)... ¿culpa de ellas
por viajar solas? , “mujeres bonitas no debería estar solas menos en un sitio
aislado? (Entonces ¿si hubieran sido feas no hubieran sido asesinadas?) …
Adicionalmente, culpan a los papas por
permitir que viajen en estas condiciones, es decir “solas”. Hablan de un sitio
aislado, error de nuevo, esa ciudad es uno de los destinos más frecuentados por
jóvenes y no es un lugar remoto y desolado y así lo fuera ¿es qué las mujeres
no podemos ser exploradoras, montañistas y aventureras?
Lo anterior me transportó a la tendencia de
nuestra sociedad a culpar a la mujer como sucede en otras culturas de las que
nos consideramos distantes y juzgamos muchas veces con desconocimiento. La
mujer, en esas culturas, se considera como culpable por generar pensamientos
provocativos en el hombre; por eso debe taparse el rostro, las manos y los
tobillos porque son objeto de tentación,
y por lo mismo deben rezar en cuarto separados a los hombres para que
ellos no estén distraídos, ¿te suena familiar?. Esto me resulto tan similar al
caso de las viajeras!. Todo se reduce a que son mujeres viajando solas “deberían
saber que son un blanco fácil” y por lo tanto… ¿qué? ¿quedarse encerradas en
casa?¿resignarse a viajar siempre con hombres para estar “seguras”? El único
comentario sensato que encontré decía: “mujeres solas ¿no? Y si mejor decimos ¡no
más hombres violadores!, siempre echándole la culpa a la mujer como sexo débil(...).
Es como querer atacar el síntoma y no la enfermedad. Las mujeres, al igual que
los hombres, queremos y estamos en capacidad de conocer nuevos lugares, comida
y culturas, el problema no somos nosotras. Todos los esfuerzos se deben dirigir
a no fomentar la violencia de mujeres y su asesinato debido a su género lo
que se denomina feminicidio.
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Marina Menegazzo y María José Coni. http://www.infobae.com/2016/02/28/1793494-estremecedores-detalles-la-muerte-las-argentinas-ecuador |
Debo decir que tengo alma de viajera y cada vez
que tengo tiempo, dinero y destino arranco en busca de nuevos horizontes con o
sin compañeros de viaje lo cual marca una gran diferencia. El sitio de destino
define tipos de comportamiento, y como ya sabrás, no es lo mismo viajar en
Colombia, Latinoamérica, Estados Unidos y Europa. Lo mismo pasará con África,
Asia y Oceanía, lugares de los cuales no puedo hablar ya que no los conozco.
Lo primero: viajar con un grupo abre un abanico
de opciones en cuanto a las actividades principalmente las nocturnas. Es más
fácil ir a un bar a pedir una cerveza o un trago si estás acompañada ¡pero pilas!
Una chica pidiendo alcohol sola da “mucho que pensar” y normalmente “NO busca
nada bueno”. Usualmente se relaciona a una mujer exhibicionista en modo
“cacería de hombres” por placer o dinero, pensar en tomarse un trago para
relajarse o cambiar de ambiente no es lo habitual en estos casos.
En este sentido, recuerdo cuando estaba de
viaje en un país latinoamericano –machista- viajando con amigos mujeres y
hombres, esa noche tomado y bailando un hombre desconocido borracho sujetó mi
brazo y me invitó a bailar. Yo no tenía ningún interés y de por si me resultaba
bastante molesto por tal razón di un contundente NO como respuesta. Esta
respuesta lo ofendió tanto que empezó a reclamarme y me di cuenta que en su
lógica pensamiento machista era como si yo no tuviera libre albedrio y todo
dependiera de si él quisiera o no bailar conmigo. Frente a tan incómoda
situación recurrí a mis amigos, y el escenario cambia radicalmente cuando hay por
lo menos un hombre, “ayuda” si hay otras
mujeres, y si estás sola: ¡ALERTA!
Otra experiencia que tuve fue cuando viví en
Estados Unidos. Estando allá hubo un festival de Jazz. En aquella ciudad casi no
tenía conocidos, pero una de mis cantantes favoritas se iba a presentar. Había
viajado en numerosas ocasiones en ese país sola sin inconveniente, siempre me
sentí segura así que decidí ir. En ese
caso use una de mis frecuentes ’estrategias’ pasar desapercibida; cero maquillaje, pelo agarrado (no sueltoJ) jean y tenis, algo parecido a lo
de ‘parecer fea’ para ahorrarme disgustos, que equivocada estaba. Busque un
lugar poco visible donde pudiera escuchar el concierto sin tener mucho contacto
con la multitud. Después de un rato apareció un hombre que fácilmente me doblaba
en edad; pelo hasta los hombros, crespo, barrigón, borracho y me dijo How much? Mi respuesta entre aterrada e
insegura por lo que estaba pasando fue un What?
Please, you do not bother me. Evitó hablar con borrachos, más si son
desconocidos, por qué están en mi top de personas peligrosas.
Así que decidí irme a otro sitio con más gente
buscando protección en la multitud sin embargo esto no sirvió de nada, aquel
desagradable personaje reapareció y me formuló la misma pregunta. En su
retorcido pensamiento era un intercambio de sexo por dinero. Le pedí que me
dejara en paz pero ya estaba tan intranquila que decidí irme, sin importar que
la cantante que iba a ver estaba en el escenario y únicamente había cantado 20
minutos. Debo admitir que este tipo de episodios solo me ocurrió una vez en
estados unidos, no obstante en nuestros países latinoamericanos son más comunes.
A diario, en los medios de transporte también nos vemos vulneradas con miradas
y gestos obscenos, algunas incluso han sido tocadas y han soportado como
algunos hombres degenerados se masturban frente de ellas.
Por ejemplo, una de las acciones que evito
cuando viajo en un bus es tener contacto visual con cualquier pasajero para no
provocar mal entendidos, y en el momento de preguntar por una dirección o
ubicación prefiero dirigirme a una mujer, especialmente en la calle. Inicialmente
dirigía mi mirada al piso, con el pasar del tiempo me di cuenta que no tenía
razón para agachar la cabeza, ahora normalmente buscó un punto fijo en el
frente sin ver a nadie. Durante un tiempo vivía aliviada de esta situación montando
en bicicleta, mi manera habitual para ir a la oficina. Sin embargo, esto ha
cambiado a medida que aumenta el número de ciclistas. No entiendo como usando
casco, gafas, un pañuelo tapándome la boca, sudando y colorada ¡aun así! En un
par de ocasiones he tenido que ver señales y gestos sexuales hacia mí de otros
ciclistas. Todo esto es inaudito.
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Otro ejemplo, al momento de estar sola para protegerme
es no sonreír; mantener una facción seria y usar audífonos sin importar si
estoy escuchando algo, esto reduce la posibilidad de algún acercamiento. Las
personas tienden a hablarle o preguntarle a alguien que se vea fácil de
aproximar. En ese sentido, gestos serios, ocupados, son rechazados y prefieren buscar rostros más
amigables y dispuestos. Lo anterior no es sano para nuestra sociedad, pero
tampoco es sano que la gente se aproveche de la amabilidad de los y las demás,
desafortunadamente he tenido experiencias donde incluso “amigos” confunden la
gentileza, generando sus propias historias simplemente por el hecho de ser
amable.
Cuando viajo sola trato de tener un ‘bajo
perfil’; no sonreír ni mantener fija la mirada a los hombres para evitar
posibles malentendidos y circunstancias que me pongan en riesgo. Igualmente, no
voy a tomar alcohol solo a ningún lugar de noche. Lo anterior varía ligeramente
cuando estoy en ciertos países europeos en los cuales la voz de la mujer
y el NO, (en ocasiones, y desde mi experiencia), son escuchados. Allí
finalmente he podido sentir lo que es caminar a la media noche sin el
habitual miedo e inseguridad, que a diferencia de los hombres, va más allá del
robo. En esos países siento como mi palabra tiene poder, no necesito de más
centímetros ni músculos para demostrar que yo cuento y decido.
Como te mencioné al inicio, nunca he estado en
África pero te puedo contar la historia de una de mis amigas con alma viajera
que iba a Marruecos. Ella viajaba sola e iba por barco, le llamó la atención la
maleta de otro viajero que tenía un gran rotulo con sus datos personales y
usaba letras como Ω, α, β, µ. Los dos son griegos así que resultaron hablando y
acompañándose en la búsqueda de hotel. En la recepción pidieron habitaciones
separadas, pero la persona que los atendió les indicó que no era recomendable
que mi amiga se quedara sola y les sugirió quedarse en la misma habitación y
viajar juntos como si fueron esposos. También les sugirió no mencionar frente a
nadie que ella estaba viajando sola. De esta manera los dos resultaron siendo
compañeros de viaje todo el tiempo que estuvieron de viaje.
Todo lo que te he contado y la desafortunada
noticia con la que comencé la entrada, me lleva a pensar y reflexionar lo mucho que
aún tenemos que hacer por lograr un cambio. No te diré que no viajes, que no
seas bella, y que así estarás a salvo. En este momento las mujeres estamos
llegando lejos conquistando nuevos sectores culturales, políticos, científicos,
artísticos, económicos, y más. Viajar nos abre la mente, expande nuestro
corazón y alma, nos libera!, pero también debemos estar alerta mientras le
mostramos tanto a hombres y mujeres que no es culpa nuestra por querer ser
exploradoras, que el problema va más allá y se centra en cierta parte de la
sociedad y su mala educación. Además, debemos hacerle entender a la humanidad
que es un problema de todos que debe ser cortado de raíz.
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